La mariguana no es una droga inocua, dice Elena Medina-Mora

Por La Crónica de Hoy | Martes, Noviembre 24, 2015

La libertad y las drogas es el tema que analiza María Elena Medina-Mora, el cual es la plataforma para también hablar del debate sobre la legalización de la mariguana y todas sus aristas. Entre éstas, señala, están las adicciones en adolescentes que son una enfermedad casi pediátrica; los derechos humanos de los consumidores y de los no consumidores; el problema de salud pública que representa; las afectaciones a la productividad laboral y educativa; la violencia y el narcotráfico; además de una reflexión sobre los conceptos “mariguana medicinal” y “uso lúdico de la mariguana”, los cuales, dice, deben acompañarse de definiciones claras de lo que se refieren.

La experta en adicciones y directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, revisa cómo se forma una dependencia, en qué grupo se genera más rápido y la libertad del hombre ante las drogas.

Así, explica que muchos conocemos a alguna persona que enfermó de alcoholismo, es decir, desarrolló una dependencia al alcohol. “Y cuando quiere dejar de beber, no puede y por eso no se trata de que le eche ganas, como se le dice con frecuencia, es que realmente no puede dejar de beber”.


Pero antes de esto, añade la integrante de El Colegio Nacional y asesora de la Organización Mundial de Salud en los comités de adicciones, la persona tiene un periodo donde siente que puede controlar su forma de beber y niega que esté perdiendo el dominio sobre el alcohol. “Es ahí cuando empezamos a ver claramente esta falta de libertad, de voluntad”.
Y con las drogas ilegales sucede exactamente lo mismo. “Las personas enferman porque probablemente tuvieran vulnerabilidad genética, porque sabemos que entre el 40 y 60 % de los casos existe ésta, o por consumir grandes cantidades durante periodos largos,


—¿Cómo se desarrolla la dependencia?

—Es cuando el cerebro de la persona le está pidiendo la droga y es algo que no puede controlar. “Tiene ya una adicción y lo que muchos decimos: la enfermedad de la libertad”.
¿Por qué la persona no puede dejar de usar drogas? Esto lo describen las investigaciones de neurocientíficos: las áreas del cerebro donde hacen efecto las drogas son zonas que también están condicionadas para repetir conductas y ahí están el gusto por la comida, por el sexo… que son actividades de sobrevivencia.

Son áreas asociadas con la recompensa. Las personas usan drogas por el placer que provocan. Eso quiere decir, que cuando tienen esta sensación de gozo —por la liberación de dopamina—, quieren repetir y tener más tiempo ese deleite.

Entonces, ¿qué pasa? Para empezar, si nosotros pensamos cuál es el nivel de placer en las actividades diarias, diríamos que sería comparativamente pequeño y de corto tiempo. Se repite porque es bueno, pero con las drogas tiende a haber una liberación masiva de estos transmisores de tal manera que esta sensación placentera es muy elevada y con más duración. Esto provoca que el individuo comience a perder motivación por otras conductas que antes le producían goce. Con el tiempo, el cerebro se sensibiliza a la presencia de estas sustancias y las necesita de manera más continua.

Aquí, acota, la integrante del SNI y de la Academia Mexicana de Ciencias, que el proceso para que el cerebro se vuelva dependiente toma tiempo, como también necesita tiempo para recuperarse de la adicción. “Con las nuevas herramientas tecnológicas vemos el proceso y hemos aprendido también que son enfermedades que se pueden tratar”.

En este punto de la entrevista, que se realizó en la biblioteca de El Colegio Nacional, María Elena Medina-Mora hace una digresión y señala algo que le parece importante: “En el caso de las drogas ilegales, la dependencia se genera en edades tempranas. Los futuros dependientes son adolescentes y su cerebro está en desarrollo, se prepara para lo que viene, pero también es una etapa en la que su cerebro se lastima con el uso de drogas”.

La edad promedio para la dependencia a las drogas, explica, son los 17 años y por eso decimos que es una enfermedad casi pediátrica, porque si en ese periodo de vida se consumen drogas, se desarrolla con más frecuencia la dependencia que cuando se empieza a usar en la edad adulta. Y el panorama es difícil, porque en los menores no es claro si ese cerebro que se dañó se pueda recuperar, al contrario de lo que pasa cuando la adicción comienza en la edad adulta, donde sí se recupera. Por esto, preocupa este grupo de la población.

Y por eso, añade, se entiende que la adicción no se resuelve con voluntad, es una enfermedad donde se pierde la voluntad. Por ejemplo, la heroína es una droga que modifica el organismo desde la primera aplicación y la que más adicción provoca entre las personas que la usan.

Por esto, agrega, los individuos se vuelven dependientes y necesitan una cantidad mayor de esta sustancia para sentir placer, pero al paso del tiempo, cuando no consumen, refieren que les duele las yemas de los dedos y hasta la punta del cabello. “Entonces, la persona cambia y en lugar de usar la droga para sentir placer, la busca para evitar el dolor. Y harán todo lo posible por tenerla, incluso robar o cometer otros delitos. Es como el hombre pierde la libertad y se esclaviza a las drogas”.
Mariguana

Es una droga que se asocia con menos problemas pero no es inocua, porque la persona, al estar intoxicada, pierde habilidades, la percepción del tiempo y distancia se altera, la memoria reciente se disminuye y a largo plazo daña su sistema cognitivo, dice Medina-Mora.

Por esto, añade, se debe proteger a la población y especialmente a los adolescentes, porque su cerebro aún no madura en todas sus secciones. Un ejemplo, su sistema cognitivo se completa hasta alrededor de los 21 años, por ello el joven puede usar drogas más por emoción que por juicio.

Sin embargo, explica, son más las personas que desarrollan dependencia al crack, cocaína, heroína, que las que desarrollan dependencia a la mariguana. Pero el problema con la mariguana es el número de personas que la usan —sabemos que entre el 75 y 80% del consumo de drogas es de mariguana— serán a futuro un costo para el sector salud por la atención que se les debe brindar, además de otras consecuencias como una posible baja en la productividad escolar y laboral.

Esto da pie a la directora del Instituto Nacional de Psiquiatría para hacer un viraje y hablar de los conceptos “mariguana medicinal y  “uso lúdico de la mariguana”.
Lo primero que señala es que se debe definir bien a qué se refieren los términos. Sobre el primero, explica, existe una reglamentación, avalada por la OMS para el uso de medicinas incorporadas en la farmacopea —libro oficial de medicamentos de naciones—, cuyos beneficios son mayores a los posibles daños que causarían.

“Pero también OMS establece cuáles drogas están prohibidas porque su potencial de daño es mayor que su beneficio. La mariguana fumada está clasificada en este lugar donde no hay valor terapéutico; sin embargo hay formas farmacéuticas aprobadas y vemos que hay algunas promesas para atender de mejor manera el dolor y algunas enfermedades esperamos los resultados de investigaciones en curso que nos permitan utilizar los cannabinoides para tratar algunas enfermedades, como el dolor o la epilepsia.

La mariguana tiene muchos componentes, el tetrahidrocannabinol (THC) —la sustancia psicoactiva de la mariguana—, elcannabidiol (CBD), que no se ha visto que esté asociado a dependencia, que tiene posibilidades para tratar algunos padecimientos.

“Pero necesitamos hacer la investigación que permita comprobar sus cualidades, es decir, el desarrollo de las moléculas, sus combinaciones, sus pruebas de seguridad en modelos animales para saber que es inocua; ensayos clínicos para conocer su eficiencia y calidad y si sus beneficios son superiores a los fármacos actualmente disponibles y desarrollar los medicamentos que puedan curar o controlar enfermedades. Desde esta perspectiva, acota, la mariguana fumada no podría considerarse medicinal.

Este concepto de “mariguana fumada medicinal”, que no cumple ninguno de los principios establecidos por la comunidad médica para permitir su uso, señala María Elena, se acuñó “porque fue una manera de darle la vuelta a las prohibiciones internacionales, y con el cual se fomentó la falsa creencia de que no es mala, sino que puede ser buena”.

Sobre el concepto “uso lúdico de la mariguana”, se refiere a cuando se usa, no por un motivo de salud, sino para obtener placer, como beber vino.

“Me parece que es una oportunidad para reflexionar, tenemos que hablar mucho de esto, informar bien a la población, no sólo de este término lúdico, sino el de legalización, conceptos que se usan a veces sin tener una definición clara y eso puede confundir.


Derechos y legalización

Marie Elena Medina-Mora explica que el uso de mariguana y otras drogas es un problema de salud pública, de derechos humanos del consumidor y de los otros, de productividad laboral y educativa, de violencia por la lucha de mercados y de narcotráfico, entre otros muchos.

Y en este punto, pone un ejemplo: “El derecho de un adulto de consumir una droga, debe terminar en el momento que empieza a afectar los intereses y derechos de otros, “Si alguien que consume mariguana choca su auto bajo los efectos de la droga, afecta los derechos de otros, ya sea en su integridad física o sus bienes. Esto debe regularse”.

María Elena Medina-Mora señala que regular el uso la mariguana, es un fenómeno complejo que no se puede resolver con una solución de todo o nada o simplificando. “La legislación es una herramienta poderosa para disminuir riesgos, entonces lo que se tiene que pensar es cómo tienen que definirse estas normas”.

Toda política tiene beneficios pero también costos, indica, y “la experiencia ha mostrado que una regulación disminuye los riesgos asociados con el delito, pero aumenta el consumo y los ingresos a salas de urgencia y peticiones de tratamiento. Tratar de decir que es una droga inocua para buscar una manera de liberarla me parece que no es la solución. 

Tenemos que ver todas las aristas. Es un problema complejo porque no se queda solo en el campo de la salud pública, está el relacionado con el brazo de la violencia y del narcotráfico.

“La mayoría de la población está de acuerdo que no puede haber más muertes asociadas a estos fenómenos. No podemos seguir viendo muertes, desapariciones y familias que no pueden resolver el duelo de la pérdida por no tener un cuerpo que enterrar. Hay un consenso de que esto se resuelve con la legalización. Pero tenemos un ejemplo de cuando la cocaína dejó de entrar a México en su paso para Europa: empezaron a ser otras las fuentes de financiamiento de los cárteles como la trata de personas o el cobro de piso. Y eso también lo tenemos que debatir”, puntualiza.

Porque, asegura, las políticas públicas no pueden incrementar los riesgos de lo que pretenden disminuir. “Se debe pensar en el bienestar de las comunidades cuando se toman decisiones y no en las drogas”.

Hay otro aspecto importante, agrega: “El Estado tiene la obligación de tutelar los derechos de las personas en condición de vulnerabilidad, y las personas que tienen problemas mentales, no les hacen bien las drogas, eso también se debe analizar”.